En 1928 Alexander Fleming, un médico británico, estaba
cultivando una bacteria (Staphylococcus aureus) en un plato de agar, el cual fue contaminado accidentalmente por hongos. Fleming observó que el medio de cultivo
alrededor del hongo estaba libre de bacterias, sorprendido, comenzó a investigar
el porqué. Finalmente
dedujo, de forma correcta, que el hongo estaba
secretando algo que inhibía el crecimiento de la bacteria. Aunque no pudo purificar el material obtenido, informó del
descubrimiento a la comunidad científica.
Debido a que el hongo era del género Penicillium (concretamente P. notatum), denominó al
producto PENICILLINA.
Cabe destacar que 31 años
antes, Ernest Duchesne, un médico francés, observó que ciertos mohos eran
capaces de matar bacterias, aunque su trabajo no recibió
la atención de la comunidad científica.
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