Existen
diferencias tanto genéticas como de género a la hora de metabolizar el alcohol
frente a una misma ingesta. Esto se debe a que la actividad
de las enzimas (ADH y ALDH)
que “destruyen” el alcohol, varía entre hombres y mujeres, y entre poblaciones
de diferentes lugares del mundo.
Por ejemplo, la ADH
gástrica suele ser menos eficiente en las mujeres
que en los hombres y por tanto, hay un mayor
paso de alcohol no metabolizado a la sangre.
Otro caso bien
conocido es que las personas asiáticas alcanzan un estado de ebriedad con una
cantidad de alcohol que para un europeo no supone demasiado efecto. Esto es
debido a que poseen isoformas muy activas de la ADH o
alternativamente isoformas muy poco activas de la ALDH.
En ambos casos se produce una acumulación importante de acetaldehído,
que junto con el etanol son los responsables de los síntomas bien conocidos de
la Intoxicación Etílica.
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