Los hidratos de carbono son almacenados como GLUCÓGENO dentro de los músculos y en el hígado, junto con el equivalente a tres veces su peso de agua. Dicho
glucógeno es una gran molécula compuesta por muchas unidades de glucosa
agrupadas. El organismo solo puede almacenar una cantidad de glucógeno relativamente
pequeña, por lo que la provisión no es
inagotable y debe reponerse todos los días.
La media de la reserva del glucógeno en el cuerpo
es de unos 500 gramos, de los cuales aproximadamente 400 gr (1.600 kcal) se acumulan en los músculos y
100 gr (400 kcal) en el hígado. Esta reserva equivale a 1.600-2.000 kcal lo
suficiente para pasar un día sin comer nada. Esta es la razón por la cual las
dietas con pocos hidratos de carbono tienden a hacer perder mucho peso durante
los primero días. La pérdida de peso se debe casi por completo a la pérdida de
glucógeno y agua.
El objetivo del glucógeno hepático
es mantener estable , dentro de un margen muy reducido, el nivel de glucosa en sangre,
en reposo y durante un ejercicio
prolongado. Esto permite que se mantenga las funciones normales del organismo.
La función del glucógeno muscular es servir de
combustible para la actividad física.
Los deportistas de fondo presentan concentraciones
más elevadas de glucógeno en los músculos que las personas sedentarias. El aumento
de la masa muscular también incrementa la capacidad de almacenamiento de glucógeno.
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