El tejido adiposo o grasa corporal, es conocido popularmente
por ser el sitio donde se almacena el exceso de calorías
ingeridas en nuestra dieta como grasas.
Tradicionalmente,
a este tejido se le adjudicó otras funciones fisiológicas adicionales tales como; protección mecánica contra los golpes, aislamiento térmico
contra el frio y la sujeción de las vísceras como el corazón y riñones.
Sin embargo, hace
unos años, diversos estudios mostraron una nueva función sorprendente de este tejido. Y es que posee la capacidad de actuar como un órgano endocrino capaz de producir
y liberar diferentes sustancias u hormonas llamadas Adipocinas.
Estas Adipocionas no solo actúan
sobre el propio tejido adiposo sino que también
afectan a otros órganos como el cerebro, hígado, páncreas y músculos. Además, intervienen en numerosos procesos
como la regulación del peso corporal, en el sistema inmune, en la función vascular,
en la función reproductiva y en el desarrollo de la resistencia a la insulina.
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